Tuci (Impr. Ippici Italiani): "¿Nuestro estado es un estado sordo o que no quiere oír?"

(Jamma) Luego de solicitar reiteradamente la intervención del Ministro De Girolamo para resolver los problemas burocráticos y técnicos que el Ministerio que encabeza está encontrando para llevar a cabo el proceso de pago de las deudas del Estado a En el sector de las carreras de caballos, estamos presenciando una realidad simple pero desalentadora y trágica: el Estado - declaró Enrico Tuci de los Empresarios Hípicos Italianos - no puede pagar las facturas debidamente emitidas por los ciudadanos acreedores.

Empresas históricas e importantes en la tradición hípica italiana como i Botti aún no han recibido el pago de las primas de enero de 2013. liberación de nuestro dinero.

De hecho, las carreras de caballos, ya una excelencia italiana, no piden que su deuda sea pagada con recursos estatales, sino sólo recibir el dinero que es fruto del trabajo del propio sector, pero que, tras la abolición de la La institución Assi, lamentablemente se derramó en las arcas del Estado, para perderse aquí entre la burocracia, la mala gestión y quién sabe qué otros oscuros meandros.

Es evidente en este punto que el Ministerio miente; así como no poder desempeñar su trabajo en la realización de las prácticas que nos atañen.

Después de todo, cuando la jornada laboral en el Ministerio termina a las 16.00 horas o antes (desgraciadamente lo sabemos bien dadas las innumerables llamadas telefónicas en las que el teléfono sonaba sin problemas) no podemos esperar que las cosas funcionen como lo hacen en un país civilizado.

Lamentamos mucho que todas las comunicaciones oficiales enviadas al Ministerio por diversos medios de comunicación: cartas certificadas, telegramas, correos electrónicos, cartas abiertas, hayan quedado sin ser escuchadas y sin la más mínima respuesta, aunque sea formal.

En vano hemos pedido que se inicie un procedimiento interno para verificar las responsabilidades personales de los enormes perjuicios que provocan las quiebras diarias de empresas que no reciben el dinero que les corresponde.

Ni siquiera hemos podido averiguar el nombre de quién está a cargo del procedimiento con el que se deben tramitar los pagos, para entender, de una vez, a quién culpar de responsabilidades que suelen quedar impunes.

El nuestro es un estado sordo, o que no quiere oír: ¿y si fuera un particular el que se comportara así?

Todo esto es absurdo: un Estado que se endeuda con sus propios ciudadanos es absurdo; un Estado que no ha pagado las deudas que ha contraído (durante casi un año) con los italianos que, si se les pagara, podrían producir empleo y salarios con estas deudas, es indigno de llamarse tal. Ante todo ello -concluye Tuci- de una crisis que hiere cada vez más, y de una clara incapacidad de las instituciones para gestionar el difícil momento tanto como para inducir al suicidio, un Estado que no escucha ni siquiera miente a sus ciudadanos no merece nada, pero seguirá imponiéndose con fuerza a todos nosotros, hasta que no quede nadie, al menos en lo que a carreras de caballos se refiere”.

 

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